viernes, 25 de julio de 2014

SOLO Y MAL ACOMPAÑADO


Una amiga me ha llamado y me ha dicho parece que estas muy cabreado, pues no digo, lo diogo por lo escrito, pues si da esta sensacion.

Completemos una trilogía que llamaremos "ESTOY CABREADO"

SOLO Y MAL ACOMPAÑADO

Me molesta la gente que habla muy fuerte en un bar o en un transporte público, con alguien en persona, o por teléfono. Me molesta la cara que ponen cuando gritan por un teléfono  barato y pegado con cinta adhesiva, dando instrucciones para que alguien saque de nevera los raviolis para la noche,    pero igual no recuerdan si quedan raviolis, y lo dicen como si tuvieran la hermosa cortesía de permitir que el resto de los presentes nos enteremos que les va muy bien, que su vida está plagada de situaciones de tanta relevancia.
Me molesta la gente que pide ‘una lágrima de cafe’, en un bar, porque es casi nada de café y, por cuantificarlo, por ponerlo en números, noventa y tres por ciento de leche, y entonces casi no se puede sentir el café, entonces significa que no están tomando nada.
Me molesta la gente que cuando llueve sale a la calle super equipada, tiene chubasquero, botas de agua y paraguas, jamás te cederían el carril interior de la acera, aunque vean que vas descalzo y sonríen de lo precavidos que han sido, de cómo la lluvia no los moja.
Me molesta la gente que se detiene en la calle porque hay una promoción de cualquier cosa, queso, bebidas energizantes o crema para fortalecer la piel del talón o la vagina, y están dispuestos a olvidar todo, incluso para qué se despertaron esa mañana o para qué bajaron a la calle, con tal de conseguir algo gratis.
Me molesta la gente que mira tu carrito del supermercado con la boca abierta y codean a su triste marido/esposa, y señalan con un dedo, y ponen una expresión, mitad fastidio, mitad odio, porque no pueden entender cómo tu comprás lo que comprás, y por qué nunca coincide con lo que ellos compran, y eso es muy molesto, eso tiene sin dudas tremendas implicancias, terribles significados.
Me molesta la gente que llega a un lugar, a una tintorería o a un hospital, y te están atendiendo, en el mostrador, la persona comienza a hablar por encima de tu espalda, como si tu no estuvieras, o como si estuvieras pero aún así no contaras, porque no hay nada más importante en el mundo que la propia necesidad.
Me molesta la gente que corre y mientras corre te odia porque tu sólo quieres caminar,  me molesta que alguien cree que porque el tiene colesterol, tu tienes que tener colesterol, 
Lo que te quiero decir es que me molesta la gente, sin importar mucho el motivo.

jueves, 24 de julio de 2014

EN LA MESA DE AL LADO


EN LA MESA DE AL LADO

En la mesa de al lado, alguien discute las tremendas implicaciones de ser árbitro de tenis.
En la mesa de al lado, alguien se pinta los labios de un rosa pálido, un rosa que no debió haber sido inventado nunca, un rosa triste y criminal. 
En la mesa de al lado, alguien mira radiografías y dice lo importante que son las vértebras para el ser humano en general.
Día tras día, la gente que se sienta cerca mío en los bares, son de lo más toca cojones que he visto en mi vida, son de lo más toca cojones que hay.
En la mesa de al lado, chillan en lugar de hablar, parece que esten sentados en mesas distintas una en cada punta del bar.
En la mesa de al lado, siempre hay los que hablan de cine contando el final de las peliculas
Y yo sospecho que debe haber algún torneo clasificatorio en alguna parte, que hay un ranking, que se entrenan. 
Supongo que el premio mayor es pedirme un sobrecito de azúcar, o preguntarme la hora, o tocarme la silla con el respaldo de otra silla.
Algo de eso hay, porque siempre tiene que haber  gente rara en la mesa de al lado.

miércoles, 23 de julio de 2014

VENDEDORES DE PARAGUAS




VENDEDORES DE PARAGUAS

Cada vez que llueve, en las calles del centro, surgen, de la nada, como duendes, los vendedores de paraguas.
Este hecho puede parecer trivial y pasar desapercibido al ocasional transeúnte. Pero no a mí.
Es muy triste y es muy grave. Casi toda la maldad del género humano está ahí. Es el cromosoma de lo peor, es el adn de lo vil. Es alguien que pide revancha, que sonríe pura y exclusivamente por la desgracia ajena, que es tu desgracia, es alguien que aguarda agazapado, en la penumbra, masticando odio, esperando el momento, ese precioso momento de patearte el culo, porque necesitas algo que yo tengo y me lo vas a tener que pagar.
Entonces me paro, a dos o tres metros del vendedor de paraguas, bajo la lluvia, y el vendedor de paraguas busca el contacto visual y esboza una sonrisa maligna que Hitchcock la hubiese filmado para alguna de sus películas, una sonrisa capaz de asesinarte, porque el mundo está funcionando tal cual lo imaginó.
Pero yo no me muevo, no avanzo, no pregunto el precio de tu maldito paraguas.
Me quedo bajo la lluvia, estoy quieto, tranquilo, y muy relajado, mientras el vendedor de paraguas ya no me sonríe, mira a los lados como si le estuviera sucediendo algo tremendamente injusto, buscando donde fallo, quizas la sonrisa exagerada, o etiende que con la lluvia que cae yo no le compre un paraguas.
Las gotas me caen por el rostro y se pierden entre los pliegues de mi ropa. Me mojo hasta los huevos. Es genial.

Se puede aplicar a los vendedores de carveza, los lanza coetes luminosos, etc.