Eres mala.
Eres tan mala que si te picara una víbora, la propia víbora iría, arrastrándose, de qué otra forma, hasta urgencias del hospital más cercano, a pedir un antibiótico.
Eres tan mala que un cocodrilo, frente a ti, movería la cabeza de un lado a otro, apretando los dientes como sólo un cocodrilo sabe hacerlo, negándose a abrir la boca.
Eres tan mala que un tiburón pasaría a tu lado nadando de costado, con una simpática gorra de baño en la cabeza, tarareando una dulce tonada, intentando imitar a Rita Hayworth.
Eres muy guapa, pero eres mala.
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