Te quiero.
–¿Por?
–Porque te quiero, porque me gustas.
–Es muy genérico. Tiene que haber algún porqué, algo concreto.
–Me gusta tu forma de ser, me haces reír.
–Eso es por la novedad, no es una cualidad duradera.
–Me atraes físicamente.
–Eso se agota aún con mayor velocidad. Con la convivencia, por ejemplo.
–Te necesito.
–No sirve, es inseguridad.
–Eres buena compañía.
–Suena limitado, lo mismo podría decirse de una mascota, de un perro, de un animal.
–Siento que somos el uno para el otro, que el destino nos puso en un mismo camino para que nos cruzáramos, que nos completamos, que para cada uno de nosotros el otro encaja de manera ideal.
–No seas fatalista. Suena muy peliculero, es una frase muy dicha.
Se hace una pausa. Un silencio. El ruido de los coches intentando llegar llegar a alguna parte. sirenas de las ambulancias, una manifestación, la policía, etc. etc.
–No sé, tal vez tengas razón. Quizás no te quiero.
–Por un momento pensé que eras la persona perfecta para mí, qué lástima.
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